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Esto que véis aquí es el actual y desolador paisaje que me encontré a unos 7 kilometros antes de llegar al pueblo desde el Castillo de las Guardas.
Todo esto erán bosques de pinos, algunos castaños, algarrobos, en fin, un bosque mediterraneo de primer orden, y esto es lo que queda.
En este caso, y tras cuatro años del incendio, la Junta de Andalucía, a través de Egmasa, han limpiado y repoblado amplias zonas, realizando un improbo trabajo, de hecho, el día que yo estuve allí, 31 de marzo de 2008, en la zona era constante el trasiego de todo terrenos y camiones de esta empresa siguiendo con los trabajos de recuperación del área.
Es una lástima que espacios tan bellos como este paraje, o el de la foto que se ve el pantano, se vean reducidos a cenizas.
Que sirva esta pequeña mención como homenaje a todas esas personas que año tras año se ven afectados por estos incidentes tan desagrables y tan dañinos para nuestra maltrecha naturaleza.
Pero en especial a la gente de El madroño, que tubo que abandonar sus casas dejandolo todo a la suerte, para ellos, para Marcelo y la gente del bar, que aun recuerdan, más de 10 años después a unos locos que venian en bici desde Oviedo para ir a cenar al Madroño y que acabaron a las tantas, medio borrachos en la terraza de verano del pueblo, todos juntos tomando cervezas y hablando del futbol y del mundo antes de acompañarlos a dormir a la era, debajo de uno de los eucaliptos más impresionantes de la comarca, que continuamos viendo durante kilometros y kilometros adentrandonos en la sierra y recordando la amabilidad y el cariño que nos mostraron estas buenas gentes y que siempre estarán en nuestros corazones.
Gracias a todos ellos y mi homenaje para todos los que tuvieron que pasar por ese mal trago.
Un abrazo inmenso.
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