Ayer fue uno de esos días de verdadero domingo.
En visperas del inicio de la Semana Santa, que en Sevilla es un horror de gente para una persona como yo que vive en el centro, en pleno domingo de Ramos, donde todo el mundo aquí estrena su mejor vestido y su mejor traje, y los niños parecen sacados totalmente de los años 70, dadas sus indumentarias, me calzé mis pantalones de montar en bici y nos fuimos mi amor, la pequeña y yo a dar un paseo matinal aprovechando el buen tiempo.
Fue un paseo tranquilo por estos carriles bicis con los que nos ha regalado el ayuntamiento, más de 75 km, que esperan llegar a más de 120 km, cosa que es de agradecer, ya que al menos se va más tranquilo y yo consigo que mi amor salga a darse una vuelta en bici conmigo. El único problema es que en Sevilla no entienden que los carriles bicis son eso, para las bicis, no para delimitar el camino por el que se debe pasear, en fin, pequeños detalles.
Bajamos hasta el brazo del Guadalquivir, con dirección al fantástico parque del Alamillo que es un lujo en esta ciudad.
En fin una mañana muy agradable que tubo como contrapunto el tumulto de la tarde con la ciudad llena de gente para ver las primeras procesiones y los últimos besamanos.
Os dejo algunas fotos de las de ayer.
En visperas del inicio de la Semana Santa, que en Sevilla es un horror de gente para una persona como yo que vive en el centro, en pleno domingo de Ramos, donde todo el mundo aquí estrena su mejor vestido y su mejor traje, y los niños parecen sacados totalmente de los años 70, dadas sus indumentarias, me calzé mis pantalones de montar en bici y nos fuimos mi amor, la pequeña y yo a dar un paseo matinal aprovechando el buen tiempo.
Fue un paseo tranquilo por estos carriles bicis con los que nos ha regalado el ayuntamiento, más de 75 km, que esperan llegar a más de 120 km, cosa que es de agradecer, ya que al menos se va más tranquilo y yo consigo que mi amor salga a darse una vuelta en bici conmigo. El único problema es que en Sevilla no entienden que los carriles bicis son eso, para las bicis, no para delimitar el camino por el que se debe pasear, en fin, pequeños detalles.
Bajamos hasta el brazo del Guadalquivir, con dirección al fantástico parque del Alamillo que es un lujo en esta ciudad.
En fin una mañana muy agradable que tubo como contrapunto el tumulto de la tarde con la ciudad llena de gente para ver las primeras procesiones y los últimos besamanos.
Os dejo algunas fotos de las de ayer.
